Enterré mi hacha de guerra,
y encendí mi calumet de la paz,
he cambiado mi vida,
de un campo de batalla,
a un jardín de serenidad.
Qué equivocado estaba,
de siempre querer luchar,
ya no voy con la escopeta montá,
porque cuando no veía al enemigo,
me hacía la guerra a mí mismo.
Me di cuenta que las cosas vienen y van,
y que por mucho que luches,
no las puedes cambiar,
dejé de luchar contra el viento,
y he hecho de él mi fuerza.
Ahora el viento me lleva,
a donde me quiere llevar,
he hecho de mis enemigos aliados,
porque las balas las he tirado,
y voy acribillando de saludos y buenos deseos.
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