Qué bonito es mi gallito,
mi gallito de cuello pelao,
y a dónde quiera que voy,
siempre lo llevo a mi lao.
De mañana me despierta,
con su cuello enderesao,
ya no hay dios que duerma,
con tanta tensión el apañao.
Y no es que sea ruidoso,
el puñetero desgasciao,
y va reclamando atención,
como un niño enmayao.
Menos mal que mi mujer,
lo entiende de maravilla,
por saber lo que necesita,
el sinvergüenza derechista.
Y entre caricias y besitos,
gallito se queda tranquilo,
gracias a mi buena señora,
que lo trae frito al condenao.
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