Por vivir entre enero y febrero,
me complazco en la frialdad,
ya mis pies están encallecidos,
he perdido el miedo al andar.
Ya viví bastante en esta vida,
tengo la mentira por verdad,
ya no me interesa lo que digan,
mi existencia es pura falsedad.
Me gusta la guerra ensangrentada,
me encanta ver caer por la espada,
la miseria es mi mejor compañera,
hambre que arrasa la humanidad.
Ya no sé qué es la confianza,
perdí el sentido de la moral,
no sé à qué sirve un hermano,
ni qué significa la amistad.
Ha cambiado tanto esta vida,
a penas me puede amoldar,
ya no sé de qué color es el blanco,
y si todo es negro, que más da.
Apagado de toda energía,
mi cuerpo reclama letargia,
aprendí a vivir con los palos,
que me da esta puta vida.
Ni marido de una mujer,
ni padre de unos hijos,
también dejé de ser hijo,
de padres en eterno exilio.
Amigo de valores sin valor alguno,
mi existencia como la de un perro,
que lame las llagas de su dueño,
por un duro y rancio cuscurro.
Querido silencio, bendita soledad,
odio escuchar tantísimo palabrear,
prefiero los pajarillos en la fuente,
porque ellos conmigo no se meten.
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