N°31
«Cuando estoy mal, suelo buscar quien mejor puede ayudarme, a ese que está detrás del espejo.»
Nunca pensé que era tan difícil hablar con uno mismo, será por falta de costumbre, pero ya hice la experiencia y hasta hemos llorado él y yo, o mejor dicho llorado yo conmigo. Con lo fácil que es hablar con alguien, sobre todo si esa persona es conocida que te quiere bien y que sabes que no te busca nada malo. Mirarse según la situación del momento y tratar de vaciar lo que tienes en el corazón, eso requiere lágrimas, quizás muchas lágrimas.
Porque no es algo de costumbre, el hablarse a uno mismo y decirse lo que sentimos, quizás tristemente porque no tenemos a alguien para hacerlo y necesitamos terriblemente decir lo que nos pesa. Seguro que te hubiera gustado tener alguien a tu lado para contarle tus desdichas, tus alegrías, tus penas, tus inquietudes, pero sé por experiencia que no es fácil tener lo que necesitas a tu lado cuando lo necesitas, como no es fácil hablar contigo mismo.
A mi parecer aunque no sea fácil, hablarse así, puede ser beneficioso y hasta curativo, y pienso que deberíamos hacerlo a menudo, creo que el día que conseguimos hablarnos sin derramar lágrimas, es que hemos conseguido reconciliarnos con nosotros, creo que ese día es un gran día. Tengo otra frase que dice; ‘El día que puedes hablar con el del espejo sin derramar lágrimas, ese día puedes romper el espejo’. Se contradice bastante porque parece ser que tienes que deshacerte de un amigo por el cual has tenido que derramar muchas lágrimas para conseguirlo.
Lo interesante es que ese amigo que te has ganado con lágrimas, es un amigo fiel, siempre está dispuesto a escucharte, sin interrumpirte, con las mejores intenciones, y con el mayor amor posible, a condición que tú te quieras. Para hablarte la única condición necesaria, es eso amarte mucho, profundamente.
Visitas: 1