ESTA MAÑANA CUANDO ME MORÍ.

Esta mañana cuando me morí en el cielo me encontré, yo sabía que algo bueno el destino me tenía reservado, ¡vamos!, que lo que la vida siempre me prohibió, la muerte me lo otorgó. ¡Qué alegría y qué bendición!, para un pobre soñador como yo, sentirme en la gloria de dios.

Pero la gloria no se gana así porque sí, que la gloria por mucho que se haya dicho y oído, también tiene sus cosillas, como también tiene sus medias verdades y sus mentiras enteras, y qué sorpresa la mía, de encontrarme a los ángeles con mascarillas, con sus botellas de hidro alcohol, para las manos y el corazón.

Y por un instante me pregunté. ¿Esta es la gloria de dios? Entonces me puse a buscar a dios para aclarar mis dudas, y mi interrogación, pero no se dejó hallar, y ya un ángel me explicó que ni con cita previa era posible hablar con el supremo señor, que por lo del virus y por ser tan viejo vivía confinado para preservar su frágil estado de salud.

Y me dije para mí. ¡Estamos arreglados! ¿Esto es gloria? ¿Y ese viejo casi muerto es Dios? Ya muchas cosas cambiaron mi mente, y entendí que todas las caras tienen su cruz, y que si quería gloria, hasta en la misma gloria me la tenía que currar, qué decepción no fue la mía.

Y me exclamé, ¡coño ! con el perdón de los santos, aquí también hay enfermos con sus achaques, y ladrones asaltando, y borrachos con sus botellas debajo del brazo… ¡Vaya desastre! Seguro que también hay políticos corruptos quitando lo poco que uno ha ahorrado… Si yo hubiera sabido de antemano lo que pasa en el cielo, quizás hubiese cogido el camino del infierno.

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