Estando un día yo sólo hablando conmigo, de cosas en común que los dos tenemos, parece ser que llegamos a un acuerdo, de ver cómo en el futuro tratarnos, sin engaños y sin hacernos daño.
Aludió mi segundo de que siempre estaba más de acuerdo con cualquiera que conmigo mismo, y que tenía tendencia a escuchar a todos menos a mí, y me mostró que por ello se sentía dolorido y despreciado.
Que por muchos derechos que me otorgara, ese no me lo daba, y que en vez de derecho era una obligación de quererme y respetarme como al primero de mis conocidos y amigos.
Y que por ser un buenazo con los demás, me estaba tratando conmigo como un malvado, que es tiempo que recapacite y comprenda lo mucho que me necesito, ni más ni menos a mí me tratas como a un hermano, me dijo.
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